Un clásico
Al menos para todo el que lo haya escuchado.
Las nanas de la vainilla
Oir puedo tu voz y tu cadencia
acunándome el alma¡Qué delirio
escapar de esta oscura luz de cirio
de tu voz, de tu lira y tu exigencia!
Arrullándome ¡Dios!¡Y qué paciencia!
¡Cuánto esperas que dure mi martirio!
La mansa podredumbre de este lirio
de mi vida, mi carne y mi apariencia.
Cuando oiga el desafino de esta flauta
una nana tupida y amarilla,
congelado veré mi cuerpo inerte,
Estos ojos de frío cosmonauta
se abrirán a un infierno de vainilla
en los brazos azules de la muerte.
Miguel Ángel García Argüez