Tuesday, January 30, 2007

Miamerica

Soy un hombre hecho a sí mismo. Ahora tengo que adelgazar.

Tuesday, January 23, 2007

Apatrado por mi futuro

Como un dios sin balón ni cuerda
vuelcas el bol con casta y patatas
mezclas el sol con los años que faltan
y así, con más, rodeas mi mundo y ayer.
¿Por qué no? Mis cuentas me sueltan y matas
el rol que en ciertas batallas baratas, la tez
volvemos y no estoy, ni siquiera lo sé, cantar,
hay palabras que sobran si me basto yo.
Decir muy claro que no entiendo aún
si nacimos en besos y mirarnos mejor
y amigos que rodean por querer creer
que vos, sin balón ni cuerdas, me inventas aquí.
Por que sí. Porque no hay bol ni hay vereda
ni ahí te espero, ni soy, el que pone la mesa
sin cosas que con sin dominan la fiesta
yo bailo mejor, no te jode, la noche se muere
por verme vivir.

Tuesday, January 16, 2007

Tu caballo y yo a pie, con armadura.

Anuncio para coches

Es virtualmente imposible saber
a dónde apuntan tus misiles.
Saldré
para ver que han destruido esta vez.
Catedrales milenarias,
las promesas más sagradas.
Y sé
que no habrás dejado casi nada en pie.
Y si queda algo que se pueda salvar
lo vas a destrozar.
Y a mí ya me da igual,
yo ya estoy en otra parte.

Tus ingenieros nucleares están
preparando otro ataque
y van
tantos que ya no los puedo ni contar.
Andarán buscando un blanco
donde puedan hacer daño.
Y yo
protegiéndome de esta radiación
con mi nuevo traje
del más duro metal
que pude encontrar.
Así que me da igual
dónde vayas esta noche a reclutar
a tu nuevo general.
No le deseo mal,
que le pongan una estatua.

(Los Planetas)

Thursday, January 11, 2007

Munich

La sangre en la sangre.


ADVERTENCIA

No es Munich una película recomendable para los que les gusta el cine en blanco y negro en color. No es recomendable para los que creen que Spielberg es un tibio, un bobalicón y un ganapán. No es recomendable para los que tienen prejuicios, para los que quieren aparentar parecer o para los que aparecen para aparentar. No es recomendable para los que no se quieren dejar recomendar. No lo es para los tibios ni para los que poseen la verdad absoluta, la certeza definitiva, la razón y ya está. Lo es para todos los demás. Los tibios pueden pasar a leer libertad digital, elpais.es o el blog de mi prima (www.corazondenacar.blogspot.com) Pero hoy hablamos de cine político de calidad, de cine de calidad y de cine.

FIN DE LA ADVERTENCIA


Munich se enmarca en la delgada línea roja de la incomoda disyuntiva de glosar algo que pasó no hace mucho y las consecuencias de ese algo hoy en día. No estamos acostumbrados, lo sé. El pasado es pasado y de eso no se habla. El presente no existe y para inventárselo ya están los telediarios. El futuro es una guerra donde los buenos siguen siendo los buenos y los malos son muy malos. Por eso no es algo que sea muy habitual en estos tiempos en los que se lleva Troya, El rey Arturo, Alejandro Magno o El reino de los cielos, por ejemplo. Pero Spielberg, uno de los directores más valientes de los últimos tiempos, coge al toro por la cabeza (y deja a todos los títeres con sus cuernos) en esta película de difícil digestión e imposible olvido. El mal por el mal no es como el menos por el menos que da positivo, sino todo lo contrario que tampoco es lo opuesto. En estos días de navidades de T4 donde dos personas inocentes (¿por qué ese empeño de llamarlos ecuatorianos?)han sido asesinadas en terribles circunstancias, eso ya lo sabemos y nos hace más daño que el mazapán adulterado, comprar regalos el 5 de enero o empezar otro año que no parece ni nuevo. No hay nada que sorprenda bajo el sol (ni la media luna) sino lo de siempre: que el odio engendra odio y la violencia genera violencia. Como en Mystic River y su final, en el que el hijo de Tim Robbins mira en la cabalgata al hijo (¿o era a la hija?) de Sean Penn para que la historia se repita (el conocimiento de la historia nos condena a repetirla, era así, era así), la sangre derramada convierte a personas en vampiros que estarán condenados a la estaca o a convertir en vampiros a los que entren en contacto con ellos.

Y Spielberg eso lo sabe y como sí de un Van Helsing contemporáneo se tratara, nos presenta su libro de conjuros, remedios y hechizos en esta obra maestra (lo decimos ya) capital y paradigmática. Entre Frankenheimer y Lumet pasando por Pontecorvo y Rosi (no sólo es el ambiente europeo sino su progresiva europeización), Steven despliega su capacidad para aunar discurso y voz en un mismo registro repleto de matices. El batallón de la muerte, el grupo salvaje, los cinco del patíbulo, ejecutan al principio con torpeza y frialdad a los presuntos sospechosos e instigadores de la matanza olímpica. Spielberg ejecuta hasta el final con maestría, y algo que late por debajo de cada fotograma, cada una de las “set pieces” que conforman la misión. Francia, Italia, España, Israel, etc... representan cada etapa sangrienta y, al mismo tiempo, una pequeña película tras otra dentro de una gran película. La planificación de cada asesinato es diferente y enriquecedora. El crecimiento como asesinos de cada uno de los componentes en cada episodio, se puede interpretar como el propio crecimiento del cineasta en la puesta en escena de cada uno. Ese crecimiento va haciéndonos pasar del nerviosismo de la primera misión hasta la rapidez y frialdad de los últimos. Mención aparte merece ese interludio holandés en el que ejecutan a la hermosa asesina a sueldo. Apenas hay palabras, hay profesionalidad, celeridad y precisión. Y un cadáver desnudo, impúdico, abandonado a su muerte, que se sobra para mostrarnos que esos hombres ya son vampiros, que sus conciencias parecen quesos de gruyere y sus convicciones más poderosas se han convertido en convecciones, rutina y sombra. Y eso que quizá es la escena más luminosa de toda la película de largo. Las oscuras son en las que los vampiros cuentan ataúdes para no poder dormir. La conciencia, la perdida de ella, el descubrimiento de ella, ella y sus circunstancias. Los remordimientos quise decir.


Spielberg sabe que es cuestión de sangre. Y no de la judía o la musulmana, sino de la derramada. Y de la que hierve por derramar la del que derramo la de tu hermano. El concepto de la venganza y de la tempestad antes que la calma y del huevo antes que la gallina y del ocupamiento antes que la olimpiada y del éxodo antes que el ocupamiento y del... Y así hasta el premundo y el primer asesinato por un quítame allá ese monolito.


Lo que mal empieza nunca se acaba. Lo que empieza bien se acaba bien, pero se acaba. El final de Munich es para quitarse el cráneo. Avner (Eric Bana) ya vive en EEUU, temeroso día sí y día también de la seguridad de los suyos, y tiene un encuentro en un parque de Manhattan con Ephrain (Geoffrey Rush.) Avner, intentando arreglar todas las cosas que ha ido estropeando a lo largo de su vida, le ofrece su mano a Ephrain por la concordia. Ephrain que sólo entiende el “conmigo o contra mí” se la rechaza. Cada hombre se aleja por una lado de la pantalla para seguir con sus historias. La cámara se mueve lentamente por la pantalla hasta que se detiene para enseñarnos dos majestuosas torres gemelas. Entonces los títulos de crédito y un sudor frío. Y la certeza de que quizá no nos hallamos ante uno de los mejores narradores del cine actual, sino ante el mejor. Ese final resume toda la tesis que se ha expuesto a lo largo de todo el filme y eso es el lenguaje cinematográfico en su máxima extensión. Esa escena es la sangre en la sangre, la muerte de la utopía, la desconfianza, la desazón, la traca final de este impúdico (y ad eternam) baile de metralletas. Y sin una puta bala, sólo moviendo la cámara.




(Publicado en Resumen del 2006 de www.miradas.net)

Thursday, January 04, 2007

Lecciones de vida

INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA


Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

(Julio Cortazar)

Yo por mi parte nunca olvido

Empieza el año y las dudas comienzan a amontanarse por dentro de mi almohada. Y algunas duelen y otras molestan y no me dejan dormir. Alguna de esas dudas tienen nombres de mujer, otras tienen nombre en latín, otras vienen de siglos atrás y de la China,otras parecen que no son dudas. Pero paso y paso estos días en pijama y escuchando a Los enemigos mientras intento no salir e intento amoldar la almohada a mi modo de poner la cabeza al dormir. Pero cuando dormir no es descansar, y descansar ya es sentirme viejo y no tener más nombres de mujer que gritar cuando corro desnudo por el oceano,me hundo y no porque no pueda andar por las aguas (que puedo, mirad) sino porque le hago daño a las lubinas, las pescadas y los congrios.

Y esa no estaría mal si luego no se metieran en mi almohada a romperme el molde de como acomodar la cabeza en mi almohada. Porque por mi parte.