Monday, November 28, 2005

Contar por lo sano

Cuando matas a un hombre no sólo le quitas todo lo que tiene sino todo lo que podría llegar a tener


(Oído en Sin Perdón de Clint Eastwood)

La salsa

El muelle flojo de Umbral


Hace años tuve una polémica con Francisco Umbral que acabó cuando escribí un artículo titulado Sobre Borges y sobre gilipollas, donde el gilipollas no era Borges. Desde entonces, en lo que a mí se refiere, Umbral ha permanecido mudo; cosa que en un teclista con su logorrea –«escribe como mea», dijo de él Miguel Delibes– supone un prodigio de continencia. Pero el tiempo pasa, la edad termina aflojándole a uno el muelle, y ahora vuelve a meterme los dedos en la boca. El estilo, o sea. Al maestro de columnistas no le gusta mi estilo literario, y le sorprende que se lean mis novelas. También, de paso, le parece inexplicable que nadie lea las suyas, ni aquí ni en el extranjero. Que fuera de España no sepan quién es Francisco Umbral, eso dice tenerlo asumido: su prosa es tan perfecta, asegura, que resulta intraducible a otras lenguas cultas. Pero no vender aquí un libro lo lleva peor. No se lo explica, el maestro. Con su estilo. Así que voy a intentar explicárselo. Con el mío.

Francisco Umbral tiene –y nos lo recuerda a cada instante– la mejor prosa de España. También cultiva una imagen, más social que literaria, inspirada en el malditismo narcisista y la soledad del escritor incomprendido y genial. Pero eso es cuanto tiene. Nunca pisó una universidad como alumno, ni leyó un clásico, ni tuvo una formación que trascendiera la cita, el plagio entreverado y el picoteo de lo ajeno. La lectura tranquila de sus libros y columnas sólo revela frivolidad superficial, incultura camuflada bajo la brillante escaramuza del estilo. En realidad, Umbral nunca tuvo nada que decir. La idea, el comentario o el libro citados en abundancia aquí y allá –a menudo de forma incorrecta, como ocurre con Borges y la Biblia, entre otros– casi nunca provienen de lecturas directas, sino que delatan la tercería de la revista, suplemento cultural, antología o texto ajeno donde fueron espigados. Sospecho, además, que Umbral anda muy flojo de lenguas, lo mismo vivas que muertas, aunque para el estilo le baste con la que tan bien maneja. Y en cuanto a la gran novela básica, la que forma los cimientos de todo novelista sólido, su ignorancia resulta asombrosa en un escritor de tales pretensiones. Por eso resulta esclarecedor que, en sus innumerables intentos frustrados de novelar, mencione siempre con desprecio a Cervantes, Galdós, Dickens, Tolstoi, Dostoievski o Baroja, y entre los contemporáneos, a Marsé, Mújica Lainez o Vargas Llosa; o que cometa la bajeza de situar al honrado José Luis Sampedro o al dignísimo e impecable Luis Mateo Díez a la misma altura que a Mañas, el chico del Kronen. En esa línea, las universidades sólo valen para algo cuando invitan a Umbral, y le pagan. Igual que los premios literarios, el Cervantes o la Real Academia: sólo tienen prestigio si él los consigue.

Y es que Umbral no escribe literatura: él es la literatura –«Borges y yo», afirmaba sin complejos hace unos años–. Y si la gente no lo lee, es porque a la gente no le interesa la literatura; no porque no le interese Umbral, ni porque repugne, por ejemplo, el sexo turbio que impregna sus novelas; más turbio aún cuando imaginamos al propio Umbral practicándolo. Un personaje de quien Jimmy Gimenez Arnau –que no se diría, en rigor, espejo de virtudes– ha escrito: «Padece cáncer de alma».

La cita no es casual, porque, además de ser un periodista que nunca dio una noticia, de que en sus novelas y columnas no haya una sola idea, y de alardear de una cultura que no tiene, lo que trufa toda la obra de Umbral, desde el principio, es su bajeza moral. La «infame avilantez» que, ya metidos en citas, le atribuyó la poetisa Blanca Andreu. Siempre estuvo dispuesto a despreciar a novelistas ancianos o fallecidos como Gironella, Aldecoa, o el Cela a cuya sombra en vida tanto medró –y a quien dedicó, caliente el cadáver, un librito oportunista e infame, escrito, eso sí, con estilo sublime–, o a insultar y señalar con el dedo a antiguas amantes y a mujeres que le negaron sus favores; aunque esto lo hace sólo cuando no pueden defenderse y sus maridos están muertos o en la cárcel. Tan miserable hábito no lo mencionaría aquí de limitarse a lo privado; pero es que Umbral tiene la bajunería de salpicar con él su literatura. Su bello estilo. A todo eso añade una proverbial cobardía física, que siempre le impidió sostener con hechos lo que desliza desde el cobijo de la tecla. Pero al detalle iremos otro día. Cuando me responda, si tiene huevos. A ver si esta vez no tarda otros cinco años. El maestro.


(Arturo Pérez Reverte en El semanal)

Wednesday, November 23, 2005

Lo de ser cancion: Una nueva prensa musical

Así que algo importante
está a punto de ocurrir.
Despiértame un poco antes,
tal vez me pueda divertir.
Todo lo que pensé
que nunca haría anda por aquí.
Está tan cerca que casi
está dentro de mí.

Y si la próxima gran cosa
de pronto va a suceder,
tendrás que darme algo de tiempo,
es algo que no me podría perder.
Y si has pensado
que estos chicos no parecen escuchar,
será mejor que no hables,
no digas nada más,
no digas más,
no digas más.

Y si has pensado que
las cosas se podrían mejorar,
será mejor que no hables,
no digas nada más.

No digas más,
no digas más,
no digas más,
mejor no digas nada más,
podría ser que alguien se enfade,
no digas nada más.


(Los Planetas)

Inventario

Unas zapatillas viejunas con la cara de Damián Becerra, un camino que se cierra en el cuarto de año, un nombre de mujer que nunca me hubiera parecido de una mujer bien parecida, gafas que se ensucian por dentro, recetas que se comen cada 3 minutos, 27 febreros sin septiembre (y yo no voy a estar), un trabajo que me recuerda que estoy muerto (como Brus Willis en El protegido), una cerveza tras ninguna, algo sobre nada, mesa sobre silla,


Puede que incluso se te ocurran más insultos.

Saturday, November 12, 2005

Escritores que no escriben

Ya lo sabéis todos por el aparatito ese que os pusieron cuando me comprastéis. Algo pasa. La comunicación falla. No escribo. No hago nada. Quiero preparar una fiesta. Cambié de casa y ahora vivo solo. Lo que es muy bueno y muy malo para mí. Al mismo tiempo. No tengo internet en casa. No tengo ganas en el trabajo. No tengo mucho que aportar en ninguna parte. Si tuviera alas estaría alicaído pero sólo tengo zarpas, pezuñas y un caparazón en el que ahora ya no cabe nadie. Soy un ornitorrinco sordo y ciegomudo. Un ejemplo:

Wednesday, November 02, 2005

Egomismo

Yo no decía nada. Hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una especie de encantamiento. La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo.


(Ernesto Sábato en El túnel)

El plan nuestro (de cada dia)

El día de la mujer mundial


¿quién escribirá la historia
de lo que pudo haber sido?
yo que soñaba despierto
ya no sueño dormido
¿ con quién estarás ahora?
quién te va a dar de comer
en el día mundial de la mujer
voy a seguir hasta encontrar
una parrilla en dolores
no miraste bién
en mis espejos retrovisores
ahora que pusiste el freno
espero que encuentres algo bueno
que morder, que morder

eduardo subí la radio,
yo enciendo un petardo
¿cuánto falta para llegar
a cualquiér lugar?
ojalá te sientas
solamente un poco mal
en el día de la mujer mundial ) bis

¿quién está preparado
para ser un chico abandonado?
¿quién tiene el blanco del camino
en el ojo, marcado?
edu, ¿falta mucho para parar y comer? es el día mundial de la mujer

no entendí si ibas a ser libre o esclava
no entendí si fui tu dueño o un borracho que pasaba
soy grande pero tengo algo que aprender
es el día mundial de la mujer ) bis

elegí pena u olvido
o sudor compartido
ojalá no me arrepienta
de haberme conocido
lo importante es que núnca
pude hacerte sentir mal
felíz día de la mujer mundial
el día de la mujer mundial


(Andrés Calamaro)