Carl Szokoll: La muerte de un héroe
Todos los días se muere algguien y todos los días se conoce alguien que no merecería morir. Hoy han pasado las dos cosas.
EFE
El 'salvador de Viena', el austriaco Carl Szokoll, famoso por pertenecer a los oficiales conjurados para matar a Hitler y pactar la entrega de la ciudad al Ejército Rojo para salvarla de la destrucción, falleció a los 89 años.
Szokoll sirvió en los últimos meses de la II Guerra Mundial en la Wehrmacht como comandante y lideró la mayor iniciativa austriaca de resistencia al nazismo, la 'Operación Radetzky', en honor al mariscal de campo del mismo nombre.
El entonces joven oficial se alió con el grupo de resistencia 0-5 para negociar en abril de 1945 la entrega pacífica de Viena al Ejercito Rojo, algo que ahorró a la ciudad ser reducida a ruinas como otras ciudades del 'Reich'. El plan fracasó debido a la traición de algunos de los conjurados, que acarreó la ejecución y el encarcelamiento de muchos de sus compañeros de armas.
A pesar del revés, Szokoll consiguió persuadir a los oficiales soviéticos de que pospusieran su asalto a la ciudad, y en el plazo de ocho días la capital pudo ser liberada sin un solo disparo.
El comandante arrancó del general Glagolev, al mando del noveno ejército soviético, el compromiso de no bombardear la ciudad, el respeto de las reservas de agua y apoyo para la resistencia antinazi austriaca.
Algunos de sus compañeros que le apoyaron en estos planes fueron denunciados, y el 8 de abril, ahorcados en farolas de la ciudad en un macabro recordatorio a los vieneses de cómo las gastaban los nazis con los traidores.
Szokoll también había sido un par de meses antes uno de los conjurados para matar a Hitler el 20 de julio de 1944 en el atentado que tuvo al Conde Claus Schenk Von Stauffenberg como organizador.
"Tengo la sensación de que nuestra lucha mereció la pena", aseguró el antiguo resistente en una entrevista poco antes de morir. "Yo tenía claro que no tenía ningún sentido huir, sólo existía un camino para acabar con el régimen nazi, eliminar a Hitler", recordó el antiguo comandante.
Al fracasar el atentado tuvo "profundas dudas. Y el miedo de que al abrirse una puerta fuese hecho prisionero como muchos de mis amigos".
A pesar de haber sido reconocido por la ciudad de Viena en numerosas ocasiones como su salvador, algunas personalidades se preguntan por qué el ejército austriaco no reconoció su labor en la lucha contra la tiranía.
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