Tuesday, May 02, 2006

La pelota vasca

Este artículo lo escribí hace un par de años. Las cosas han cambiado pero sigue pensando lo que dije.

LA PELOTA VASCA, de Julio Medem  

Por Manuel Ortega

...EN EL TEJADO DE ESPAÑA



Supongo que la polémica seguirá viva, tomando aire e impulso en cada tertulia de periodistas de esos del periodismo de siempre y de la razón por huevos y del abc de la infamia y del mundo amarillista de la acusación sin recibo (1). Un país como éste donde es normal que sintamos vergüenza de una bandera que no fue elegida democráticamente, con un himno impuesto desde la tumba y una transición que sólo existió en los documentales de la “insigne” Victoria Prego. Y hay quien se sorprende de la censura que este filme, necesario intento de dar una visión para nada imparcial, y del debut de Albert Boadella tras la cámara estén sufriendo en un país que en 8 años está perdiendo en derechos y libertades civiles lo poco que consiguieron los ladronzuelos sociolistos anteriores. Es lo que hay o al menos eso nos quieren hacer creer.
Pero Medem tuvo la valentía insólita y pertinente de retar a los implantadores de bozales sea cual sea su marca. A los que lo hacen sesgando la vida y a los que lo hacen sesgando la opinión pública. Aquí sí existe la famosa separación entre verdugos y víctimas tan cacareada como indispensable para comprender de forma correcta el sentido y la dirección del conflicto. Los verdugos son ellos (unos y otros) y las víctimas somos todos los demás, los de siempre. Así de simple, así de duro y así de incorrecto.
Es por eso que uno se acerca a la sala con un compromiso consigo mismo y con los tuyos, con el gesto severo y el arma azuzada para retar a los que en nombre de la libertad, la democracia y el pueblo, la matan (la libertad), la prostituyen (la democracia) y lo engañan (el pueblo) Así que en un primer momento estás con Medem y con su propuesta. La sala llena, el silencio respetuoso, el jersey sobre las piernas. Un mensaje conciliador, buenas intenciones, una música, cuando menos, pomposa.
Luego pasan 2 horas y ves que hay gente que aplaude en la sala. Ciertamente, esta es la única sorpresa que depara la película. Porque aunque la intención primigenia sea aplaudible, el resultado y, sobre todo, el final no son como para tirar cohetes. Se trata de un documental, no sé si imprescindible pero sí necesario, que plantea una cuestión problemática con una metodología casi de maestro de escuela y un montaje que deja a las claras una opinión optando por dejar que las palabras de cada uno definan la inteligencia de cada cual. Los parlamentos de Arzalluz, Otegui, González o Benegas ponen en duda que la democracia sirva para algo mientras los cabezas de lista no sirvan ni para abstenerse de demostrar su imbecilidad manifiesta.
La puesta en escena de Medem ahonda en el imaginario atávico y telúrico que ya nos había expuesto en sus tres primeras obras, haciendo hincapié en el espíritu bucólico y ancestral que definen el nacionalismo vasco desde que el ínclito racista Sabino Arana lo dispusiera así a finales del siglo XIX (?). Es decir, la entelequia, el axioma como manera innegociable de gobernar y enriquecerse. Pero lo que decía, bonitos parajes, cautivadores paisajes, frontones, laderas, riachuelos e incluso un dolmen con el que se cierra la película y que demuestra de manera notoria y palpable que la sutileza y Medem son antónimos irreconciliables.
Además los insertos deportivos, fílmicos y documentales que el director ha seleccionado para los tránsitos de bloque a bloque vienen a subrayar ese ideario que, aunque existe y pervive en la actual sociedad vasca, no pasa a ser una parte mínima de lo que significa ser vasco y de lo que es hoy en día Euskadi. Otras localizaciones (quizá menos pictóricas) como los astilleros, la ciudad, los altos hornos son las que crean y las que dan vida a ese país (comunidad autónoma, para quien lo prefiera) y las que como bien queda claro en
el documental son las que comienzan a forjar el nacionalismo vasco. Eso es historia.
Pero por lo demás, una experiencia con la que se aprende y se comprenden muchas cosas que a los que no somos vascos realmente ni nos va ni nos viene. Lo que no va a poder explicar es el nacionalismo a alguien como yo que siempre lo ha asociado con cobardes (ya lo decía Kirk Douglas en Senderos de gloria) y con la cortedad mental de quien no ve más allá de sus narices, ya sea por incapacidad o por miedo hacia lo que hay fuera. Y cuando hablo de nacionalismos hablo del vasco, del español, del andaluz, del cantabro y del samoano. De todo lo relacionado con banderas, himnos y cerrazón. Ritos tribales que acaban matando y despreciando a quien no baila al son de sus tambores. Por eso uno se admira ante la claridad y la preclaridad de gente como Sádaba o Gabilondo, ante la valentía y la incitación al diálogo de Eduardo Madina o la entereza de Daniel Mújica. Y se espanta ante tantos otros de cuyos nombres no quiero acordarme. Pero al menos todos pueden ser escuchados por lo que queremos escuchar las razones de los demás. Y ahí los de EH, los del PP o los de “¡Pasta ya!” (perdonen, ¡Basta ya!) no pueden hacer nada.
El documental entra en sus peores momentos cuando la manipulación (una palabra que no es mala por sí misma, incluso ya para trabajar en una cafetería tuve que sacarme el carnet de manipulador) que todo documental lleva consigo al ser un trabajo consistente en seleccionar y desechar materiales, se convierte en facilona, previsible y zafia. El montaje paralelo entre la viuda del ertzaina que habla sobre los sentimientos de su hijo y la esposa del etarra que lleva a su pequeño de un año en brazos no pasa de ser ingenua y desafortunada cuando pretende ser conciliadora y mordaz. Estamos hablando de alguien que ha muerto y ya no estará más con su hijo en contraposición a alguien que ha matado , está vivo y que puede estar con los suyos al menos durante unas horas. Creo que ahí Medem patina de manera atroz y ridícula. No será la única vez que lo haga. ¿Porque yo me pregunto que si saca a una torturada por la guardia civil (escalofriante y necesario testimonio) porque no lo contrapone con otro montaje paralelo con un secuestrado por ETA? ¿No se ha prestado ninguno? ¿No tenían fotos para que al menos quedara constancia visual de la asociación?
Este documental me ha gustado en términos generales pero eso no quita que haya cosas que me parezcan fuera de cualquier lógica. Pero si me alegro de que Medem pueda estrenar su documental tal como él lo ha concebido espero que Medem también se alegre de que yo pueda decir lo que digo en esta crítica. En eso consiste la libertad y la licitud de la opinión de cada cual.



(1) Se recomienda leer el artículo de David Franco “De errores, calumnias y demás hostigamientos” en www.cadizrebelde.com

7 Comments:

Blogger Hugo said...

Hombre, estamos de acuerdo con la secuencia de la viuda y la mujer del preso. Me quitas un peso de encima.

7:18 AM

 
Blogger malatesta said...

Más claro, agua.
El final me ha recordado la famosa frase de Voltaire: "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida el que puedas expresarlo".

12:33 PM

 
Blogger David Monthiel said...

http://www.rebelion.org/cultura/031003wm.htm


viejoviejo

salut

1:55 AM

 
Blogger PacoelFlaco said...

Lo comparto, pero no lo respeto.

6:07 AM

 
Blogger El Kalandraka said...

Bueno, no veo tan raro el que exprese lo que quiere a su antojo. Otros vascos ilustres se expresaban también a su antojo y no eran sancionados por ningún juez, les hablo de Patxi Salinas y Andoni Goicoetxea una muestra de libertad de expresión y acción en ese pais tan vasco.

9:03 AM

 
Blogger Miada said...

Tienes razón, y la mejor definición es la frase que añade Malatesta, mientras no todos puedan hablar en libertad no iremos hacia delante.

Un beso.

9:31 AM

 
Blogger UROS JOSÉ said...

camborio no tiene amigos

11:20 PM

 

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