Monday, November 22, 2004

Hijos de puta que mueren en la cama: Juan Carlos Aramburu

Este hijo de puta no va a subir al cielo por muy mierda de cardenal que fuera. Con la iglesia siempre hemos de topar.


Durante 25 años, Juan Carlos Aramburu lideró los destinos de la Iglesia argentina. Para lo bueno y para lo malo y en circunstancias especialmente dramáticas, como la época de la sangrienta dictadura militar. Por eso, a la hora de su muerte, unos le acusan de haber sido el soporte clerical de la dictadura, mientras otros resaltan su papel en pro de la reconciliación nacional. El cardenal Aramburu murió el 18 de noviembre en su casa de Belgrano, a los 92 años.

En un telegrama de pésame, Juan Pablo II se declara "profundamente apenado" al conocer la triste noticia de la muerte de un "pastor que con tanta caridad pastoral ha servido a su pueblo y a la Iglesia".

Aramburu nació en Reducción, en la provincia de Córdoba, el 11 de febrero de 1912. A los once años ingresó en el seminario y, tras concluir sus estudios, fue enviado al Colegio Pío Latinoamericano de Roma, donde se ordenó sacerdote el 28 de octubre de 1934.

Doctorado en Filosofía y en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana de Roma, en 1946 el Papa Pío XII lo nombró obispo auxiliar de Tucumán con sólo 35 años. Era el obispo más joven de la historia de Argentina. Cuatro años después, fue promovido a arzobispo.

En 1975, poco antes del golpe militar, fue designado arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, el máximo escalafón de la jerarquía católica. Sólo un año después, Pablo VI le nombra cardenal.

En la sede bonaerense, pronto trabó una fluida relación con el entonces jefe del Gobierno, el general Juan Carlos Onganía. Y ésa fluida relación con todos los sucesivos gobiernos militares sería una constante en su vida. De hecho, amplios sectores eclesiales le acusan, cuando menos, "de hacer la vista gorda ante los crímenes de la dictadura militar".

De hecho, cuando en 1982 le preguntaron por los desaparecidos, contestó: "En la Argentina no hay fosas comunes y a cada cadáver le corresponde un ataúd. Todo se registró regularmente en los correspondientes libros. ¿Desaparecidos? No hay que confundir. Hay desaparecidos que viven tranquilamente en Europa".

Ya en la época de la reconquistada democracia, Aramburu calificó de "oportunistas" a las Madres de la Plaza de Mayo y pidió el perdón para los sucesivos gobiernos de las Juntas. Porque, a su juicio, "la negación del perdón es un virus diabólico que carcome los nobles sentimientos del corazón".

Se alternó con el cardenal Raúl Primatesta, arzobispo de Córdoba, en la cúpula de la Conferencia episcopal argentina y defendió la mediación papal en el conflicto limítrofe entre Chile y Argentina.

En 1987 cumplía los 75 años y, como es preceptivo según las reglas canónicas, presentó su renuncia al gobierno del arzobispado bonaerense. Sin embargo, el Papa Juan Pablo II le mantuvo al frente de la archidiócesis durante otros tres años. Un tiempo en el que Aramburu aplaudió las privatizaciones de Menem y apoyó abiertamente el indulto a los militares. En 1990 dejó la sede a su sucesor Antonio Quarracino.