Thursday, May 22, 2008

Otra vez el cine andaluz

Publicado en www.miradas.net

3 días (Francisco Javier Gutiérrez, 2008)
Por Manuel Ortega

La moto

El buen estado del cine español y blablablá. El orfanato, el Almodóvar , el Amenabar y el otro, el de las gafas. Torrente, Mortadelo, Fuera de carta , dentro del ombligo, cámara, acción(es), Sogecable, película necesaria y otras necedades. Recaudación, americano malo, piratería contra corsarios, las treces rosas, las 8 citas, las 7 plagas. No a la guerra, no en mi nombre, no al cine, no la veas que me han dicho que es española, no te jode. Provincianos con países y escuelas nacionales, señores mayores en paños minúsculos , jóvenes que nacieron jubilados, academia, anemia, aneurisma intelectual . Festival de Malagón, peor imposible, tres días, la moto.

El debut de FJ Gutiérrez llegaba a las pantallas avalado por premios oficiales y críticas oficialistas. La estrenaron rápidamente para que el boca oreja no nos protegiera el bolsillo y yo que soy cinéfilo, andaluz y de género (masculino, of course) me apresuré a constatar las virtudes de la nueva perla de los tres asuntos. Demasiado rápido como de costumbre, demasiado poco como costumbre, demasiada costumbre por construir costumbrismo deconstruido. Demasiadas dosis de nada para una historia que merecía un mundo de posibilidades, aunque fuera en extinción.

Porque lo que Tres días pretende contar es más atractivo que el 80% de historias que se estrenan semanalmente en nuestras rutinarias pantallas. El mundo se va a acabar (el milenarismo va llegar, que decía el otro) irremisiblemente en los tres días que apunta el título ya que los gobiernos americanos y rusos, tras meses de lucha secreta, han dado su brazo a torcer y anuncian la llegada de un meteorito fatal. Es decir, tenemos una obra apocalíptica en un paisaje atípico y con unos protagonistas que aparentemente huyen de lo convencional y lo establecido para acercarse a una realidad más tangible que la del presidente de los EEUU pilotando una nave antimarcianitos. Una “agro-apocalipsis” disfuncional de estética terrosa y telúrica magnitud corrosiva, que se posiciona ante la estela del American Gothic de ayer y de hoy como opción transnacional que dicen ahora los modernos antiguos.

Pero eso es sólo lo que puede parecer si nos fiamos de las apariencias. Eso es sólo la moto que nos venden. A los cinéfilos, a los andaluces y a los amantes de los géneros. A todos en general. Porque lo que late en el fondo de esta multipremiada obra es la impostura de su planteamiento, la absurdo de su desarrollo y lo rutinario de su desenlace. La impostura de hacer cine de género porque es lo que vende (y nos vende), lo que se lleva (y lleva premios), lo que mandan los cánones de la mimesis externa estentórea pero fútil y pipiola en sus mecanismos internos. Bayona ya se atrevió a hacer una película de género para los que no gustan de ese género. Gutiérrez sigue el mismo patrón y demuestra que con apuntes no se hacen libros y con teoría no se suele conseguir más que obras agonizantes. Hijas de su tiempo, hijas del agobio del bisnes y el primer fin de semana. Mucho plano elaborado, mucho virtuosismo fetén, mucho examen del primero de la clase en la clase equivocada. Los disparos van todos en la dirección contraria, cargando el mensaje en lo que realmente es accesorio para pasar de puntillas por el meollo de la cuestión.

Eso nos lleva a la comentada absurdidad de su nudo narrativo en el que en lugar de seguir el camino marcado por esos 3 días finales y todo lo que ello conlleva en los diferentes niveles de la trama, nos obsequia con un risible giro hacia el psychothriller más deslavazado e insulso con subtrama de venganzas y ajustes de cuentas bigger than life. ¿De verdad es tan difícil entender que es contraproducente que un asesino intente asesinar a tu familia el día antes de que acabe el mundo? ¿Es normal que un tío que lleva 15 años encerrado en la cárcel se vaya a un cortijo a corretear a unos menores en lugar de acercarse a un prostíbulo o a un buen restaurante de la capital? El antihéroe que (des)compone Victor Clavijo además tiene vértigo y unos sueños así como raros. El prófugo se pone de pie en el capó del coche para que tengamos cartel.

La parte final además adolece de todos los males que utilizamos para cargarnos cierto cine norteamericano. Malos que no mueren a la primera muerte, héroes que superan sus miedos en el momento que importa, peleas interminables donde no acabamos de vislumbrar lo que ocurre, niños que se salvan porque son graciosos, chica que besa con lengua, guiones que parecen hechos con un programa para Pcs. Al menos al final se acaba el mundo lo que nos garantiza que también se acaba la película. Y la moto.

1 Comments:

Blogger BUDOKAN said...

Una pena que se repitan todas las falencias que mencionas en esta producción. Saludos!

12:29 PM

 

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