La familia mal, gracias
28 SEMANAS DESPUÉS: La familia mal, gracias.
Está claro que el problema del cine español no es la falta de talento. Falla algo en la estructura, en la distribución, en la cesárea, en el encerado, en yo qué sé. Algo falla porque es indudable que estamos cansados de estar cansados de ver películas cansadas, viejas desde que nacen, muertas desde que llegan al mundo. Con alzheimer prematuro, con senilidad precoz. Con todas esas cosas que nos hace huir de las salas ante el ataque de los muertos vivientes del cine patrio.
Pues de talento y vivos infectados de muerte versa la segunda película del canario Juan Carlos Fresnadillo, una sádica carrera de fondo donde el final siempre es otra salida disfrazada de meta volante. Una pesimista revisitación de tópicos terrenales que subvierte cualquier atisbo de armonía dentro de un mundo deshumanizado por el miedo al miedo y el poder fáctico de lo económico. Un canto contra la familia tradicional que haría arder en ira a la COPE si no estuvieran tan preocupados de encontrar eso mismo en las inanes (y onanistas) farsas de León de Aranoa o Almodóvar. Porque lo que se esconde tras la sangre y las vísceras es la postilla de lo tradicional, lo mesurado, lo controlable y lo obligado.
Por eso esta película comienza rompiendo con todo (con lo tradicional, lo mesurado, lo controlable y lo obligado.) Lo primero con el discurso de su muy mediocre antecesora, aquel compendio casi militarista que el director de La playa tuvo a bien endilgarnos. Aquí la libertad duradera y la justicia poética son detonantes de la catástrofe convirtiéndose en potente metáfora del día a día del imperio y sus exterminadoras medidas preventivas. Lo segundo con la lógica narrativa que Boyle había impuesto desde la linealidad apocada y chata de un desarrollo de interés decreciente y hallazgos extintos. Fresnadillo lo sabe y nos coge de la mano y nos intenta contagiar y eso mola cuando vas al cine y quieres pasar más miedo que vergüenza. La tercera ruptura es con los axiomas ineludibles del héroe y sus circunstancias morales, modales y de las otras. La reacción del personaje de Carlyle en la primera secuencia es lo más real que se ha visto en años en el cine de terror por humanidad, honestidad y determinación. La cuarta va ligada a la tercera y es la ruptura con las convenciones del cine comercial de ámbito familiar que nos retrotrae a la primera (ruptura y película) y a su final: una familia se formaba para construir nuevamente el mundo. Aquí la unión familiar es la causa de la destrucción de nuestro planeta.
El epílogo escalofríante (aunque ni la mitad que el de la magistral Amanecer de los muertos del ahora polémico Snyder) deja bien a las claras que después vendrán meses, años o lo que sea. Esperemos que Fresnadillo no tarde más de un lustro en volver a rodar.
Publicada en www.cinestrenos.com
3 Comments:
Cada día te pareces más escribiendo al malogrado A. Fernández Santos. Viniendo de mi sabes que es un elogio, aunque no sé como te lo tomarás tú.
¿Cuando vas a tu pueblo?
Un abrazo
7:32 AM
Pues este viernes estaré por allí que se nos casa el hermano del busano.
un abrazo.
pd: Voy al FIB ¿Y tú?
7:38 AM
Pues me parece que hasta la segunda quincena de agosto no nos vamos a ver (si bajas tú). Yo no voy al FIB, lo de los macroconciertos no es lo mio (cuando fuí no hace falta decir el por qué) y sólo iría si vuelve quien tú ya sabes, o para ver a Radiohead o The Divine Comedy.
Un abrazo.
P.D: Pasadlo de puta madre en la pitón.
Segunda P.D: ¿Hay artículo en la de este mes?
1:08 PM
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