Friday, July 16, 2004

Billy Wilder y Nijinsky

Durante el rodaje de Bola de Fuego Goldwyn encontró una vez a Wilder en
el
estudio y le ofreció la oportunidad de hacer con él una gran película.
Wilder debía presentarse en su oficina en cuanto tuviera una buena idea. Así
que un par de días más tarde, Billy Wilder se presentó en su despacho y le
dijo:
-Míster Goldwyn, creo que tengo algo para usted.
Entonces Wilder lo aduló un poco, explicándole que se trataba de un
personaje que sólo podría valorar alguien que no se dejara guiar demasiado
por los gustos del público.
-Pero usted ˆcomentó Wilder-, usted hizo una película con el director
Leopold Stokovsky, debería ser usted el hombre adecuado.
Goldwyn miró a Wilder con recelo.
-¡Cuál es el argumento!
-Una película sobre la vida de Nijinsky.
Goldwyn preguntó:
-¿Quién es ese Nijinsky?
Así que Wilder empezó a contarle que Nijinsky había sido el pobre hijo
de
un campesino que había soñado en convertirse en un gran bailarín. Y se
convirtió en un gran bailarín, ya que nadie que estuviera por debajo de la
categoría de Igor Stravinsky escribió para él música de ballet, y fue él
quien creó la coreografía para la escenificación del Preludio a la siesta de
un fauno de Debussy.
-¿Y la historia? ˆrepuso Goldwyn.
Wilder le contó como Diaghilev descubrió a aquel joven campesino,
hermoso y
fuerte, en la escuela de ballet.
-¿Sabe usted quién es Diafhilev? ˆle preguntó Wilder a Goldwyn.
-¡Ni idea! dijo Goldwyn.
Diaghilev era el mayor empresario del famoso ballet ruso, vio al joven y
se
enamoró inmediatamente de él.
Goldwyn interrumpió a Wilder:
-Por favor, dígame, ¿Diaghilev era una mujer?
Wilder contestó:
-No, era un hombre.
A esto repuso Goldwyn:
-¿Qué clase de historia es ésta? ¿Dos hombres? ¿Dos maricas? ¡Cállese de
una vez, Wilder!
Wilder intentó explicarle que era mucho más que una historia de amor. Le
explicó cómo Diaghilev convirtió a Nijinsky en la mayor estrella del ballet
del mundo. Y cómo empezó la tragedia, cuando Nijinsky, durante una gira por
Sudamérica se enamoró de una bailarina del grupo y se casó con ella en
Buenos Aires. Cuando le llegó la noticia a Diaghilev, en San Petersburgo, se
puso como loco. Cuando la compañía volvió, le hizo al bailarín una terrible
escena y amenazó con destruirlo. Ahí empezó el declive de Nijinsky. Al final
se volvió loco.
Goldwyn lo interrumpió.
-Un momento, un momento, hasta ahora tenemos a dos maricas, de los
cuales
uno además se vuelve loco, ¿y de esto quiere hacer una película? Tengo una
mujer a la que quiero y a la que tengo que mantener y tengo un prestigio que
no puedo perder. ¡Cállese de una vez, Wilder!
Wilder le rogó que le dejara continuar contando la historia. Un día
Nijinsky fue internado en el mejor sanatorio de Suiza y allí llegó al
convencimiento de que era un caballo.
Desesperado, Goldwyn miró fijamente a Wilder:
-¿Un caballo?
-Sí ˆdijo Wilder-, un caballo. Por las mañanas, cuando abrían las
celdas,
salía al jardín y galopaba feliz por él.
Al llegar aquí, a Goldwyn se le acabó la paciencia.
-¡Un caballo que es marica y que galopa por el jardín! ¡Acabe usted con
esta absurda historia! ¡Me está haciendo perder el tiempo!
Wilder se levantó y salió. Mientras abandonaba el despacho le dijo a
Goldwyn:
-¡Está bien! Si quiere un happy end, míster Goldwyn, tengo una idea.
Nijinsky, no sólo cree ser un caballo, sino que además gana el derby de
Kentucky.
Wilder vió cómo Goldwyn cogía un cenicero de su mesa y apuntaba hacia
él.
Tuvo el tiempo justo para cerrar la puerta a sus espaldas.